El asunto Casillas va a marcar un antes y un después en el Real Madrid. Va a suponer el fin de un periodo en el que los capitanes madridistas controlaban a su club gracias a los medios de comunicación. Ahora, la afición no permitirá que el nuevo capitán, tras la marcha de Casillas, ponga al club en manos de la Prensa. Y es que a diferencia de sus predecesores, Iker no ha sabido gestionar correctamente la capitanía.
En los tiempos de Fernando Hierro pudimos ver que la prensa
ya ejercía un dominio real sobre el club. El malagueño, cansado de ciertos
desplantes, decidió cerrar el vestuario a la prensa. Aquello provocó una
salvaje campaña para echarlo y aupar a un capitán más manejable. Raúl.
Pero Raúl González había aprendido de los errores de Hierro
y supo valorar inteligentemente la situación. Unas filtraciones escuetas,
declaraciones comedidas y complicidad era todo lo que hacía falta para
preservarse en el cargo. Durante muchos años supo mantener controlado el
vestuario, pero algo se estaba gestando en la sombra. Un joven portero se había
lucido en el mundial juvenil en Nigeria, donde se granjeó buenos amigos de la
prensa.
Iker enseguida fue adoctrinado y dirigido por importantes
personalidades periodísticas. Desde Fernando Burgos hasta De la Morena condujeron
a la joven figura por el camino que deseaban, moldeándola a su gusto. Así, a la
marcha de Raúl, el sustituto sería aun más manejable.
Los futbolistas son egoístas, quieren jugar siempre y muchas
veces confrontan con sus entrenadores y compañeros. Algunos misters han llegado
a ceder ante pesos pesados de sus clubs. Pero si hay algo que no se perdona es
la traición y el juego sucio. Se pueden perdonar cosas en una guerra, pero la
traición es un hecho grave e imperdonable. Quizás Casillas se dejo llevar por
el poder adquirido, cegado por las voces de propios y extraños que lo habían
alzado por encima del bien y del mal. Lo que está claro es que traicionó a su
entrenador y a su club.
No es la primera vez que un jugador filtra información a la
prensa, pero esta vez era distinto. La información era altamente dañina para el
Real Madrid. Se trataba de confesiones sobre onces titulares, algo que el
entrenador rival aprovechaba para estar en ventaja. Llamadas al capitán rival
para pedir perdón por actitudes de sus compañeros (traición a tus propios hombres)
y ultimátums a su entrenador.
Estos son sus cargos y parte de la afición ha dictado
sentencia. Es traidor y culpable.
¿El acusado? Lo peor es que ni siquiera es inteligente para
darse cuenta de sus errores.
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