Febrero de 2015, ya han pasado tres años desde que el mundo
entero se rindiera ante la nueva posición del portero líbero. Casi todos los
equipos han ido perfeccionando a sus arqueros para irlos preparando y que
terminen dominando la nueva filosofía que impera entre los tres palos. ¿Todos?
¡No! Un club poblado de piperos resiste a las ideas del invasor. Anclados en el
siglo pasado, los aficionados madridistas podremos comprobar que en todas las
porterías las cosas han cambiado salvo en la nuestra. Da igual que haya habido porteros
que cambiaran la forma de jugar de los arqueros, da igual que el madridismo
siga acelerando su pulso en cada corner, en cada centro templado a un delantero
alto, en cada pase al hueco. Resistimos a esa moda, seguimos contracorriente en
la creencia (algunos) de que todo el mundo circula en sentido contrario.
Recuerdo cuando antiguamente cargaban contra Víctor Valdés
por sus cagadas con Villa, fruto de equivocaciones mientras perfeccionaba su
juego de pies. El guardameta estaba cambiando el futbol, pero muchos no se
daban cuenta de ello y lo atacaron. No solo desde fuera, sino también desde
dentro de su club. Quizás por ese carácter que no rendía pleitesía; algo que
ocasionó que terminara marchándose al final, tras muchos años siendo referente
en la portería culé. Detesto a Valdés como vosotros, pero hay que reconocer que
fue quien convenció al mundo de la nueva situación. A partir de él, el mundo
del futbol vio preciso que sus guardametas cambiaran su posición en el juego.
Ya no eran meramente porteros, jugadores distintos al equipo. Ahora son parte
del juego, una pieza esencial cuando los defensores son presionados y no perder
la posición del balón ni regalarla. También están atentos para no permitir que
un pase al hueco deje al delantero en posición privilegiada ante la portería. Y
algo que siempre ha sido una garantía de éxito: una buena salida aérea para no
permitir goles a balón parado, o al menos bajar el índice de ellos hasta conseguir
que el rival tenga que meter un balón perfecto y un cabezazo desde lejos
perfecto. Muchos pensarán que Neuer ha sido el que ha completado la obra de
Valdés, pero hay otros muchos guardametas que han hecho un progreso fantástico.
Sin embargo, en el Real Madrid seguimos pareciendo una
portería típica de 1999. Con un portero incapaz de sacar de puerta en largo y
ponerla en campo contrario, incapaz de ponerla a un tipo alto que la baje. No
digamos jugar con los pies para no perder la posesión cuando estamos agobiados
y presionados. Tampoco se coloca de líbero y está atento para salir a un pase
al hueco y evitar una jugada de peligro. No ha evolucionado ni lo ha querido,
tampoco ha habido un grupo de presión cercana (su entorno) que se lo haya hecho
ver. ¿Por qué? Porque su entorno no es madridista ni sabe de futbol. Claro no,
clarinete. Tenemos un portero que ha vivido de sus reflejos, de sus paradas vistosas
y a cierto tiempo que engaña la vista de un seguidor normal. Un penalti
detenido en el momento adecuado lo ha encumbrado sin tener que sacrificarse.
¿Para qué cambiar si nadie me dice que debo hacerlo, salvo algunos ultras de
mis aficionados? Encima de no querer cambiar, de no ofrecer algo que ahora
resulta esencial, para colmo el portero nunca ha sabido salir por alto.
Llevamos 15 años largos sufriendo en cada falta, en cada corner, con la única
escusa de que al menos tenemos un portero de balonmano. Pero en el ocaso de su
carrera, perdidos los reflejos, solo queda la angustia de desear que le tiren
al centro y sin fuerza.
Encima y para nuestra desgracia culpamos a los defensas o
delanteros de los fallos de Casillas. A ver si os acordáis de estas palabras:
“No la pases atrás que está Casillas” le decimos a un
defensa que está presionado.
“Defender el corner como leones, que no rematen en el área
pequeña” como si no fuera sencillo para un portero atrapar los balones aéreos tan
cercanos.
“No tiene la misma media de goles por partido porque el
Madrid ha tenido muchos defensores malos” claro, vais por ahí diciendo que
Sergio Ramos es el mejor defensa del mundo y lleva 9 años en el Madrid.
Para nuestra desgracia seguimos con un hándicap en la
portería que dura ya 15 años. 15 años de autenticas mediocridades en
goles/partidos encajados, en goles/tiros, donde queda demostrado que no es el
mejor portero del mundo. Quizás tuvo un par de años a buen nivel, donde su media
de goles encajados bajó, pero siempre corriendo riesgos innecesarios por un
portero bajito. Donde hace una parada a tiempo, pero que luego encaja goles
tontos que nos privaron de muchos títulos. Porque os diré una cosa, la clave
para juzgar a un portero no es una parada, un penalti o una salida por alto. La
clave es saber el porcentaje de porteros que hubieran resuelto esa acción.
Porque caemos en abusar del “paradón”, cuando en realidad es una simple parada
sencilla. Hay que analizar si esa parada la harían el 100% de los porteros, el
50% o solo unos elegidos. Si solo lo hacen un 20% de porteros, entonces llámalo
paradón.
Pero un portero es más que una simple parada, y menos en
competiciones como la Liga, donde hay 38 partidos y muchas jugadas de peligro.
Así ocurre, que con el hándicap de tener un portero bajito, con mala media de
goles/partido, que encima va a menos, llevemos cada vez menos Ligas ganadas con
los años. Porque de qué te sirve hacer un paradón un día, si tu equipo ha ido
perdiendo puntos por tus debilidades. Yo te lo digo: solo sirve de cara a la
galería. Un portero es un TODO, no una acción. Y estoy cansado de oír “Casillas
salvó al Madrid”. Si claro, y a la semana siguiente empatamos o perdemos porque
el señor ya no detiene ni los tiros fuertes centrados.
Ya lo único que pedimos es que al final de año termine
nuestro éxodo por el desierto, que tantos años ha durado, y tengamos un portero
del nuevo siglo. Adiós y gracias.
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